Composición
Esencias de la seducción
Ante todo el perfume es un compuesto de olores, más o menos complejo, más o menos armonioso. Su base casi siempre es de alcohol puro, acompañado con cuerpos y esencias aromáticas, de origen vegetal, animal o sintético, y de productos químicos para estabilizar la mezcla o darle más fuerza.
Pensamos en los olores vegetales como constituyentes de la esencia básica. En efecto, las plantas aromáticas, usadas desde los tiempos más remotos, son las primeras en constituir la “nota de fondo” de un perfume, sin embargo, los olores vegetales no se limitan únicamente al aroma de las flores, las frutas están tan presentes como ellas, y permiten en general perfeccionar una “nota de cabeza” añadiendo sus olores especiales. Es el caso particular de los cítricos, el limón, la naranja, la mandarina; otros perfumes más dulces se acompañan a menudo de notas de manzana, de melocotón o de albaricoque.
No olvidemos tampoco estos acentos de canela, de clavo y de nuez moscada, de musgo de roble, de lavanda, etc. Mil extractos vegetales, mil olores peculiares que le dan al perfume toda su personalidad.
Aunque menos conocidas, son muy importantes las esencias de origen animal que entran en la composición de un perfume, dándole al perfume una nota de sensualidad y actuando como “fijadores” del perfume. Hoy en día estos componentes son productos de síntesis, proviniendo de reacciones químicas elaboradas, y sin vínculo alguno con las sustancias animales originales. Cuatro de ellas ocupan un sitio relevante: el almizcle, la algalia, el castóreo y el ámbar gris.
El almizcle es una secreción de las glándulas de un ciervo de Asia central, el ciervo almizclero, también se extrae de la rata almizclera, el buey almizclero y el caimán de Florida. Hoy en día es un producto de síntesis que interviene como “fijador” del perfume y para dar al perfume una tonalidad suave y penetrante.
La algalia, en cambio, guarda su aroma fuerte y natural cuando se usa en perfumería. Originariamente se extraía de una glándula del animal del mismo nombre, que pertenece a la familia de los felinos. Hoy en día se produce sintéticamente.
El castóreo, como lo indica su nombre, tiene su origen en el castor canadiense, más precisamente en sus glándulas perineales. Existe una recomposición sintética de este producto, que no disminuye sus méritos como fijador del perfume con olor fuerte y amargo.
El ámbar gris, denominado durante mucho tiempo “el oro negro del mar”. Es una sustancia pegajosa, parecida a la cera, que se encuentra flotando sobre el agua en mares tropicales; se compone de los elementos no digeridos por el estómago de los cachalotes y es uno de los mejores fijadores de fragancias que se usan. Hoy en día el ámbar gris es creado sintéticamente.
Más allá de las sustancias vegetales y animales, desde más de un siglo se han desarrollado mucho los productos de síntesis, procedentes de la investigación en Química Orgánica. Ofrecen una amplia gama de olores encontrados en la naturaleza o no, y enriquecen el abanico del perfumista.
Elaboración y creación
Nacimiento de una sensación
La creación de un perfume es una mezcla de ciencia y arte; ciencia porque hay que buscar los aromas compatibles que mejoren y que colaboren entre ellos, y arte porque toda composición forma parte de la inspiración del artista, en este caso, perfumero, y como tal, a algunas personas les llegará a su interior produciéndoles emociones, y a otras, en cambio, les dejará fríos o simplemente les desagradará.
Detrás de cada perfume hay una prestigiosa “nariz”. Su adiestrado sentido del olfato es capaz de componer una sinfonía aromática con el virtuosismo de un músico genial. No existe ningún diploma o título para esta profesión, que precisa ante todo amor y don para los olores, además de un largo aprendizaje. También ciertas renuncias, porque una “nariz” no fuma y se protege de todo aquello que pudiera entorpecer su talento. Y es que los escasos expertos -se cuentan con los dedos de las manos- deben ser capaces de distinguir una gama de varios miles de olores, que además han de saber combinar.
En efecto, para crear un perfume, es preciso mezclar varias decenas de esencias que se mezclan en un cóctel de extractos vegetales, animales y sintéticos, que recrean un aroma capaz de evocar sensaciones, recuerdos y pensamientos. Además, hay que elegir lo que los especialistas llaman las “notas iniciales”, el aroma que se percibe inmediatamente, las “notas de corazón”, que determinan el carácter del perfume, y las “notas de fondo” que permanecen y fijan el conjunto. De la combinación de todas estas notas, afrutadas o verdes, florales y/o animales, nacerá el perfume. Sin embargo, en la industria de las fragancias no todo son buenos olores; tambien tenemos malos olores, que hay que estudiar. Esto se hace para saber como pueden ser suprimidos durante la fabricación, cómo pueden ser encubiertos o integrados en las fragancias de forma que pasen desapercibidos. Puede ocurrir que, en la concentración exacta, un mal olor origine una nueva nota olfativa. Un buen ejemplo es el indol, componente producido por algunas flores, como el jazmín. En la dosis mínima, como aparece en algunos perfumes, el indol toma un carácter distinto, lo cual casa a la perfección con la esencia del cuerpo humano. Lo mismo ocurre para algunos compuestos con azufre, como el 4-mercapto-4-metil-2-butanona, que es bastante repulsivo, pero cuando su concentración es de 1 ppm da una nota frutal natural y refrescante, que recuerda al cassis, un licor hecho a partir de grosellas negras.
Directos al corazón y al cerebro, estos mágicos elixires tienen un poder de comunicación tan veloz como el olfato. Ni siquiera una poesía se puede comparar con el tremendo efecto que tiene un perfume. No hay que mediar palabra, sólo hace falta respirar su aliento para sentirlo.
Pero, para que la fórmula del éxito se produzca, son necesarios años de trabajo para su elaboración. Como media, entre 3 y 5 años suele ser la tónica habitual hasta conseguir la mezcla exacta de aceites y esencias. Sin embargo, y después del costoso proceso de elaboración, sólo son unos pocos los elegidos para formar parte de la historia. Si cada año se lanzan 300 perfumes, finalmente perduran como mucho 3 ó 4.
Además, para crear un perfume que se hará famoso, hay que poseer una sensibilidad acorde con la época, como ocurrió con Shalimar (1925) de Guerlain, o más recientemente Opium (1977) de Yves Saint Laurent y Poison (1985) de Dior. En la actualidad los perfumes son más sorprendentes, como l´Eau d´Issey de Miyaké, con notas marinas acentuadas. O más discretos, para las jovencitas, como Eden de Cacharel En la mayoría de los casos, como ocurre en la moda o en la creación artística, el éxito surge de un encuentro entre un público y una sensibilidad. Para lograrlo el perfume ha de corresponder también con la firma que lo lanza al mercado y adecuarse a su imagen -lujo, juventud, sensualidad, misterio, originalidad. Entre el perfume, el frasco y la imagen que comunica, debe existir una perfecta coherencia.
Técnicas de la elaboración de perfumes
La industria al servicio de la elegancia
Ya no se elaboran perfumes como antaño, en un siglo hemos pasado de algunas centenas de materias primas a millares de ellas. Gracias a las nuevas tecnologías, como el “Softact”, se tratan productos naturales individualmente, con los “Nature Print”, se reformulan enteramente los efluvios de una flor o de un ambiente: matices infinitos que enriquecen nuestra paleta. En estos momentos es la tecnología de la síntesis la que aporta más recursos al perfumista. A menudo, entre el 50 y 90% de los ingredientes en una composición provienen de productos sintéticos.
Se utilizan diferentes técnicas de fabricación según el tipo de ingredientes elegidos, a continuación veremos algunas de las técnicas más importantes, como son: Expresión, destilación, extracción, maceración de flores, softact, molécula de síntesis, y nature print.
Expresión
Solamente la corteza de los frutos hesperídios es suficientemente rica para poder exprimir sus esencias naturales. Una vez separada del fruto, la corteza se agujerea finamente y se comprime mecánicamente. El extracto obtenido se decanta y se filtra, con el fin de separar las partes acuosas de los aceites esenciales. Este tratamiento conviene hacerlo en frío para el caso particular de naranjas, limones y otros cítricos, cuyo aroma muy fresco no resistiría el calor.
Destilación
Consiste en separar por evaporación los sólidos de los diferentes componentes volátiles de una mezcla. Se calienta dicha mezcla de agua y de vegetales aromáticos, de manera que el vapor de agua arrastra los elementos aromáticos hacia la columna de destilación y una vez enfriados son recogidos. Posteriormente, el agua se separa por decantación de las sustancias aromáticas, resultando así las llamadas esencias.
Extracción
La extracción mediante disolventes consiste en poner en contacto los disolventes con la planta, de la que se va a extraer el aceite, de manera que los disolventes se impregnan de materias aromáticas.
Tradicionalmente, esta técnica se llamaba “enfleurage”, y se practicaba en frío con grasas animales. Se obtenían de esta forma pomadas y aceites aromáticos. Las grasas animales han sido reemplazadas por disolventes volátiles, como son el etanol, metanol, tolueno, butano o dióxido de carbono. Estos disolventes son eliminados por evaporación, se consigue de esta manera una materia con consistencia de cera: el concreto. Mezclado con alcohol, calentado y enfriado después, el concreto cede los compuestos vegetales y las ceras que contiene, y una vez eliminado el alcohol por evaporación se obtiene el absoluto.
Maceración de flores
La maceración de flores en frío, es el método más antiguo utilizado para la obtención de perfumes. Esta técnica ha sido prácticamente abandonada ya que se utilizaba con flores muy frágiles como la flor de azahar, el jazmín o las tuberosas. Los pétales, recogidos a mano, se disponían en una fina capa sobre una película de grasa animal dispuesta a su vez en una plancha de vidrio y cada 24 ó 48 horas (72 horas para las tuberosas) se retiraban minuciosamente los pétalos. Esta operación se repetía varias veces, hasta la saturación de las grasas, la pomada resultante cargada de aromas se rascaba, lavándola después para obtener infusiones.
Softact
El “softact” o extracción mediante CO2 : Colocado bajo presión y a una temperatura inferior a 40ºC, el CO2 pasa a un estado supercrítico, líquido. Adquiere de esta forma las cualidades de un disolvente, aliadas a la fluidez de un gas. Gracias a esta técnica, se pueden obtener extractos de una calidad olfativa, y de una pureza inigualable, sin ningún resto de disolvente y sin utilizar altas temperaturas.
El CO2 permite obtener sustancias aromáticas poco volátiles, como las que desprenden las especias por ejemplo, y más generalmente las de las materias primas secas, reacias a las técnicas de extracción tradicionales.
Molécula de síntesis
Una vez que una molécula ha sido seleccionada -después de uno o varios años de investigación- se ponen en marcha las técnicas más sofisticadas para poder producir dicha molécula pura, estable y en grandes cantidades. El proceso de fabricación total puede ser más o menos largo, o más o menos complejo siendo cada vez motivo de un estudio concreto. Por ejemplo, para obtener POLYWOOD a partir de geraniol puro, son necesarias una serie de operaciones (cloración, destilación, ciclación, hidrogenación, etc...). En total, 6 meses de transformaciones antes de obtener la materia prima de una forma utilizable.
Lo complejo de cada reacción química así como el número de etapas sucesivas influyen sensiblemente en el coste de una materia prima y en el tiempo utilizado para su fabricación. Conviene pues, optimizar toda la cadena de producción.
Nature Print
La naturaleza es una fuente inagotable de inspiración. Científicos y perfumistas utilizan su creatividad y curiosidad en la identificación de nuevas fuentes: una flor rara de perfume exquisito, una fruta recogida fresca, una especie del otro lado del mundo. Estos aromas vivos son a menudo inimitables.
Los científicos utilizan la técnica de análisis, conocida como “Nature Print”. Para captar un aroma, se seleccionan y valoran esmeradamente, diferentes extractos, mediante la cromatografía gaseosa y la espectrografía de masas.
Gracias a la técnica “Nature Print” se puede reconstruir la complejidad y la sutileza de un aroma, acercándolo lo máximo posible a la naturaleza.
Clasificación
De la esencia a la colonia
Si intentamos clasificar el mundo oloroso de los perfumes, sin duda alguna, deberíamos empezar por la concentración, esta clasificación es la que da las divisiones que todos conocemos:
En la cúspide de los perfumes se encuentran las esencias o extractos, es el perfume en su concentración más alta, el porcentaje varía, según las marcas, del 15 al 30%. Es el tipo de perfume más costoso, pero bastan unas pocas gotas para estar perfumado. Además, al tener mayor producto activo, es la fragancia que más perdura en el tiempo.
La eau de parfum posee una concentración de esencia inferior, del 10 al 15%, diluida en alcohol etílico de 90º. Puede usarse en mayores cantidades que la esencia, pero una cantidad exagerada puede resultar desagradable.
La eau de toilette proviene siempre de la misma fragancia, pero en una concentración que puede variar entre el 5 y 10%, diluida habitualmente en alcohol de 85º. Es la más popular en el mercado y su precio es inferior al de las dos anteriores.
El agua de colonia casi no se puede considerar perfume, ya que su porcentaje de esencia varía entre el 3 y 5% , diluida en alcohol de 70-80º. Son fragancias muy suaves, con poca persistencia, las más adecuadas para el uso cotidiano.
La eau de fraiche es muy refrescante, casi siempre con muy poca esencia cítrica (limón o mandarina), también se llaman eau de sport. Aunque tiene un porcentaje de esencia bastante bajo (entre 1 y 3%), siempre está diluida en alcohol de 70-80º, por lo que no deban usarse al sol.
Curiosidades
Los perfumes son muy personales, y es bien sabido que el mismo perfume no huele igual en dos personas distintas. El perfume se funde con la piel y se adapta a ella hasta casi personalizarse. Cada piel tiene su propio olor, aunque sea imperceptible, determinado por el grado de acidez, el metabolismo y la química hormonal. Es por ello que comprar un perfume, solo porque en otra persona produzca aromas estupendos, es un error, muy habitual y muy caro, ya que estos productos no son precisamente baratos. Por ello, conviene tener claras unas peculiaridades que pueden encaminarnos hacia el éxito al elegir una fragancia:
Las primeras horas de la mañana son las mejores para probar un nuevo perfume, cuando el olfato es más sensible, y sin haberse perfumado previamente para no mezclar. Después de ponerte la fragancia, y antes de intentar captar sus aromas, espera unos instantes a que se caliente con tu cuerpo, así captarás la fragancia tal y como será cuando la lleves encima.
La fragancia llega a toda su amplitud al estar en contacto con el calor del cuerpo. Por tanto, los lugares indicados para perfumarse son aquellos donde late el pulso, ya que es donde la sangre aflora más a la superficie y, en consecuencia, donde está más caliente: cuello, escote, nuca, pliegue de los codos y las rodillas, tobillos, muñecas, hombros, lóbulos de las orejas.
A la hora de perfumarnos, dejamos el perfume sobre la piel sin frotarlo, los expertos llaman a esto “marear el perfume”, pierde parte de sus cualidades. Elige los lugares apropiados y déjalo calentarse. Es importante tener en cuenta el porcentaje de esencia que contenga nuestro perfume y la hora del día, ya que no son iguales los perfumes destinados a la noche que los destinados al día. Es por ello que debes elegir el perfume en función del día, de la hora e incluso del acto social.
Con respecto a la alimentación y el tabaquismo, tenemos que decir que en perfumería también tienen su importancia. El tabaco, a parte de miles de motivos por los que se debería prescindir de su uso, se ha demostrado en estudios realizados que disminuye la persistencia del producto, eso sin contar con la evidente mezcla de olores y por tanto la degradación del perfume. La alimentación también produce estos efectos con determinadas comidas.

Cada perfume tiene una edad, aunque no siempre resulte obvio, lo cierto es que los perfumes están orientados a sectores de la población atendiendo a su edad. Hoy en día hay un irresistible ascenso de los perfumes para niños, es cierto que aunque esta tendencia sólo existe desde hace diez años, su éxito es fulgurante. Además de las fragancias frescas (y poco o nada alcoholizadas), destinadas a los bebés y a sus madres, el mercado comporta también perfumes de chocolate o de mora pensados para las niñas. Y para las jovencitas existen versiones especiales de las grandes marcas como Fleur d´interdit de Givenchy o Tendre Poison de Dior, versiones más suaves de Interdit y de Poison, que evocan los de las “mujeres” a precios más asequibles, pues esta clientela adolescente es evidentemente sensible a los precios.
Los perfumes pueden provocar alergias, es extremadamente raro, pero puede darse el caso producido, generalmente, por los aceites esenciales o por los productos de síntesis, provocando reacciones alérgicas en la piel como eczemas o pigmentaciones que pueden durar un tiempo. La solución, en este caso, es no echarnos directamente el perfume sobre la piel o echarnos la menor cantidad posible, es mejor hacerlo sobre la ropa, de esta manera tendremos la seguridad de oler a ese perfume que nos gusta sin los posibles efectos secundarios que éste pudiera tener.
Deseada Tirado Gámez (a la memoria del profesor Fidel Jorge López Herrera).
Fuente: archivo PDF
Los Perfumes: el aroma de la Alquimia
El perfume... una palabra llena de sensualidad y de evocaciones, que desde siglos acompaña y califica el lujo, el prestigio, la excepción. U...