Muchos niños tailandeses vienen al mundo con algo más que un pan bajo el brazo, se traen los recuerdos de sus vidas pasadas, una creencia budista arraigada sobre todo en las zonas rurales. Como todos los niños, Nopporn Jairaew nació inocente, al menos hasta que a los dos años de edad reveló a sus padres que en su existencia anterior murió de un disparo tras entrar a robar en la casa de un vecino.
Al principio, sus progenitores se resistieron a creer al niño, que insistía incluso en que en aquella vida se llamaba Teep, porque no querían enfrentarse al mal "karma", las retribuciones o castigos que cada uno recibe por las buenas y malas acciones.
“Para probar si Nopporn era la reencarnación de Teep, lo llevamos al médico. Entonces, descubrimos que tenía tres marcas en los mismos lugares donde el disparo había entrado y salido en la mandíbula y la cabeza”, explicó a Efe su madre, Po Jairaew.
El pequeño, que no quiso contar quién había matado a Teep, visitó finalmente a sus padres de su anterior vida, unos ancianos con canas que vivían cerca y que lo recibieron como si fuera su propio hijo. Seguir leyendo.
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Fuente: La Razón.es
Los niños tailandeses que recuerdan sus vidas pasadas
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