Se dice que fue en Roma donde apareció el jabón por primera vez. Fue por casualidad, al admirar cómo al resbalar la lluvia sobre la grasa de los animales sacrificados, brotaba espuma. Desde hace más de 5.000 años los israelíes ya lo incluían dentro de sus propias leyes para establecer el aseo personal y se cree que los fenicios lo trajeron a Europa en el año 600 a. C. Con la decadencia del Impero Romano, la elaboración de jabón desapareció en el Continente y no fue hasta el siglo XVI cuando comenzaron a aparecer nuevas técnicas con las que obtendrían un jabón más natural.
Una de las creencias más difundidas por todo el mundo y menos acertada, es que en la Edad Media el aseo personal no se valoraba. Por el contrario, fue en ese período cuando proliferaron los baños públicos y las clases más privilegiadas contaban con los suyos propios. Fue en la Baja Edad Media cuando los baños empezaron a cerrarse, y ya durante el Renacimiento, la gente se limitaba a perfumarse para disimular los olores corporales.
En 1783, el químico sueco Carl Wilhelm Scheele simuló de forma accidental la reacción que se produce hoy día en el proceso de hervido de la obtención del jabón cuando el aceite de oliva, hervido con óxido de plomo, produce una sustancia de gusto dulce que él denominó Ölsüss, pero que en actualmente se conoce como glicerina. El descubrimiento de Scheele permitió al químico francés Michel Eugéne Chevreul examinar la naturaleza química de las grasas y los aceites que se usan en el jabón. Chevreul descubrió en 1823 que las grasas simples no se combinan con el álcali para formar el jabón, sino que se descomponen de antemano para formar ácidos grasos y glicerina. Mientras tanto, en 1791, el químico francés Nicolas Leblanc inventó un proceso para la obtención de carbonato de sodio o sosa, utilizando Cloruro de sodio (sal), que revolucionó la producción del jabón.
Desde entonces, la elaboración del jabón ha pasado por muchas fases: la aportación de los norteamericanos, el logro de nuevas técnicas, el desarrollo de la química, su industrialización y comercio, pero sobre todo, su inclusión en nuestras vidas como un elemento indispensable para nuestra limpieza personal y aún más importante para nuestra propia salud.
Extraído de: Una solución resbalosa para tu salud
Fuente: archivo PDF

Se dice que fue en Roma donde apareció el jabón por primera vez. Fue por casualidad, al admirar cómo al resbalar la lluvia sobre la grasa d...