La noción de máquina de Turing es una idealización matemática útil para probar que ciertas tareas no son automatizables o que ciertas funciones no son compatibles. Una máquina de Turing es como un computador digital, pero sin limitaciones de capacidad, de memoria ni de tiempo de ejecución. Una función es computable si, y sólo si, hay una máquina de Turing que la computa: si le damos uno o varios argumentos como input, la máquina computa una serie finita de pasos programados e imprime como output el valor de la función para esos argumentos. Un conjunto es recursivo si la correspondiente función característica (que asigna el número 1 a los objetos que pertenecen al conjunto y 0 a los que no) es computable. Estas nociones fueron introducidas hace sesenta años por el genial y extravagante matemático inglés Alan Turing en Sobre números computables (1937), y constituyen desde entonces la base de la teoría de la recursión, la rama más exitosa de la lógica matemática.
En 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial, y Turing fue enrolado para descifrar los códigos secretos de la máquina alemana, Enigma. Los mandos alemanes creían que las órdenes cifradas que transmitían a sus aviones y submarinos eran indescifrables, pero Turing y sus colegas lograron descifrarlas con una enorme y primitiva máquina computadora, lo cual resultó decisivo para la victoria aliada.
¿Puede pensar una máquina?
Turing planteó la cuestión en 1947 ante el National Physical Laboratory, y tres años después, en un artículo, "Máquinas computadoras e inteligencia", iniciando así la investigación de la inteligencia artificial. Turing sostenía que esta cuestión sólo puede resolverse experimentalmente y proponía lo que luego se ha llamado el test de Turing: podemos decir que una máquina piensa si un interlocutor humano, comunicándose por escrito con ella y con otros humanos, es incapaz de distinguir a la máquina de los otros interlocutores humanos. Otros retos, como la simulación de partidas de ajedrez o la prueba creativa de teoremas, también han sido propuestos. Turing pensaba que en 50 años empezaría a ser posible construir máquinas así.
Hace tiempo que los computadores realizan pruebas matemáticas triviales, del tipo de los ejercicios que se ponen a los estudiantes, pero se dudaba de su capacidad para encontrar pruebas originales de problemas teóricos que hayan resistido a matemáticos profesionales. A finales de 1996, Larry Wos y William McCune (del Argonne National Laboratory) han logrado por primera vez programar un computador de tal manera que ha resuelto creativamente un problema abierto que los matemáticos humanos habían sido incapaces de resolver. Herbert Robbins había planteado a Alfred Tarski la pregunta de si cierto sistema de ecuaciones era equivalente a la definición de un álgebra de Doole. Tarski no había sabido resolverlo, pero se lo había pasado a otros matemáticos hasta que finalmente llegó a manos de Wos y McCune, que trabajan en programas de prueba automática de teoremas. Un nuevo programa genérico (no específico para el problema de Robbins), que trata de probar hipótesis mediante la búsqueda de contradicciones implicadas por la negación de la hipótesis, ha conducido por sorpresa a encontrar una prueba original de la conjetura de Robbins.
Turing se habría alegrado de este resultado, que confirma sus predicciones. También se habría alegrado de lo mucho que se han liberado las costumbres. En 1952 no quiso negar una relación homosexual que había tenido, por lo que fue condenado judicialmente a una pena de cárcel, conmutada por un tratamiento de hormonas que lo dejó impotente y le estropeó su buena forma física, que siempre había cuidado con gimnasia y carreras de maratón. Deprimido, se suicidó en 1954, a los 42 años de edad.
Jesús Mosterín, catedrático de Filosofía,
Ciencia y Sociedad en el CSIC.
Fuente: archivo PDF
¿Pueden llegar a pensar las máquinas?
La noción de máquina de Turing es una idealización matemática útil para probar que ciertas tareas no son automatizables o que ciertas func...
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marzo 09, 2015
Alan Turing, contribuyo para que la Segunda Guerra Mundial finalizase al menos dos años antes
Padre de la programación informática, héroe de una nación -desencriptó los códigos de la famosa máquina ENIGMA, con la que los Nazis se mandaban mensajes-, creador del TestTuring, condenado por la misma nación a quien salvó por homosexual, y finalmente muerto en extrañas circunstancias después de dar un mordisco a una manzana envenenada -hay quien dice que de ahí viene el logo de Apple-.
Un proyecto alrededor de esta figura de desconocida pero básica para entender quienes somos, y en que nos convertiremos.
Alan Turing
Alan Turing () fue un matemático, criptógrafo, filósofo y un teórico de la computación que, además de trabajar en el equipo que descifró los códigos Enigma de Alemania, fue un pionero en el campo de la inteligencia artificial. En 1950, Alan Turing publicó uno de sus artículos más importantes (y que está considerado como una de las piedras angulares de la inteligencia artificial), "Computing Machinery and Intelligence", donde propuso un experimento: el Test de Turing.
En abril de 1936, con sólo 24 años, Alan Turing ya había completado su mayor contribución a las matemáticas: la de que la triple correspondencia entre instrucciones lógicas, mente y máquina puede tomar forma física. Había nacido la Máquina de Turing, pilar de las ciencias de la computación.
Alan Turing no había sido un intelectual político, algo que en los años 30 era un modo de aislarse. La convulsa situación de entreguerras casi obligaba a tomar posición en cualquier aspecto de la vida: el pacifismo, el marxismo, las vanguardias artísticas de componente político… Turing no quería involucrarse en política, pero sus trabajos en Princeton creando máquinas de cifrado le iban a colocar en el centro de la defensa de su país. En secreto, comenzó a trabajar en el departamento británico de criptoanalítica. Los Nazis, vigilados de cerca por el gobierno inglés, habían ideado Enigma, un código que, de momento, se revelaba inquebrantable. El departamento, que se daba de bruces una y otra vez contra el mismo camino sin salida, decidió dar el salto cualitativo y confiar en científicos como Turing para desentrañar los secretos del código alemán.
Cuando, en septiembre de 1939, Inglaterra declaró la guerra a Alemania, Turing dejó sus trabajos para dedicarse en exclusiva a desbloquear Enigma. Desde 1939 a 1942, Alan Turing disfrutó derrotando todos los patrones alemanes que habían hecho encallar a otros muchos científicos. El reto y la satisfacción de resolverlo en solitario le dieron alas... y ayudaron a salvar vidas, al conocer dónde y cuándo se iba a bombardear Inglaterra. Nada de esto se supo en la sociedad de su tiempo, puesto que sus avances formaban parte del alto secreto de Estado.
En la Universidad de Manchester, en 1948, ideó, junto a Christopher Strachey, un programa en cinta de papel perforado capaz de generar cartas de amor listas para enviar, firmadas por M.U.C (la Manchester University Computer).
Para 1952, Turing hacía tiempo que había dejado de llevar sus relaciones sentimentales homosexuales en secreto. Pero ese año su casa sufrió un robo en el que estaba implicado uno de sus ligues. En el interrogatorio policial, Turing no tuvo problemas en reconocer que sí, que mantenía relaciones sexuales con un hombre. Fue condenado, como Oscar Wilde, por "indecencia grave y perversión sexual" y, de las dos condenas posibles, cárcel o castración, eligió el tratamiento hormonal de castración química.
La prensa de la época se cebó con él, el matemático homosexual pillado in fraganti. De sus contribuciones a la seguridad nacional no se hablaba en ningún lugar, porque eran secretas. Turing cayó en el descrédito y, lo que es más, sus ideas también. Él mismo se lo explicaba por carta a un amigo; el silogismo de la gente era sencillo:
"Turing cree que las máquinas piensan,
Turing miente con los hombres,
entonces las máquinas no piensan."
Cuatro años después de escribir eso, dos después de su castración química, Alan Turing murió en plena ignominia tras comer una manzana envenenada a la que sólo dio un mordisco… ¿les suena la imagen? Hasta más de 60 años después no se restituyó su honor público. Turing creyó de manera sincera que las máquinas pensaban, pero sufrió a los hombres que no lo hacían.
El Test Turing
Este test -que será la columna vertebral de la pieza- intenta medir si una máquina puede ser inteligente con un método que, aún hoy, sigue siendo vigente. El Test de Turing se basa en una hipótesis positivista que parte del principio de que si una máquina se comporta en todos los aspectos como inteligente, entonces, dicha máquina debe ser inteligente.
El test se basaba en el juego de la imitación, una prueba en la que se ubicaban en una habitación a un hombre y a una mujer frente a terminales que tuviesen algún sistema de comunicación (teletipos en los años 50). En otra habitación, estando aislado, se encontraba un sujeto bajo estudio que actuaba como interrogador y debía averiguar quién era el hombre y quién era la mujer, simplemente, a base de preguntas en lenguaje natural. El hombre trata de convencer al interrogador que él es la mujer y ella intentará ayudar al interrogador a llegar a la verdad pero, con la confusión, el interrogador tenderá a equivocarse.
Turing proponía realizar un cambio en este juego y sustituir uno de los sujetos por una máquina, de tal modo que el computador intentase convencer al interrogador de que era la mujer. Dado que el interrogador era humano, la máquina debería ser capaz de responder, inteligentemente, a cualquiera de las cuestiones que le planteasen. Si la máquina era lo suficientemente hábil, el interrogador no podría distinguir quién era la máquina y quién el ser humano.
Dicen que el primer amor siempre marca… Con 16 años, Alan Turing estaba ya acostumbrado a pensar de manera muy independiente. Formulaba teorías sin que nadie en la Sherborne School, el lugar donde estudiaba, le hubiese guiado hacia ellas o, al menos, le hubiese enseñado el camino para llegar hacia allí, algo que no estaba especialmente bien visto en aquella institución inglesa donde se prefería la ortodoxia. Daba igual que fuera capaz de extrapolar el trabajo que Einstein estaba desarrollando en ese momento y que aún estaba inédito...: no había demasiadas razones para contarlo.
Christopher Morcon
Al menos, así fue hasta que conoció a Christopher Morcom, un chico más pequeño y delgado de lo normal para esa edad. Compartía con Alan Turing la pasión por la ciencia, pero vivía a gusto dentro de los límites del colegio al que acudían: Christopher era un chico bien considerado, premiado por los profesores.
Fue, más que su amigo, su primer amor. Y también el primero que se tomó a Alan Turing y sus ideas en serio. Para Turing, aquello fue un espaldarazo, una inyección de autoestima. Y comenzó a comunicar sus proyectos y teorías sin miedo a que no fueran comprendidas. Christopher Morcom siempre las tenía en cuenta.
Mientras eso sucedía, Christopher iba enfermando cada vez más. Durante años había estado bebiendo leche infectada de tuberculosis bovina y, en 1930, su latente enfermedad despertó con fuerza hasta llevárselo por delante. Para Alan fue un mazazo, un cambio de esquema total. Su fe religiosa se desmoronó y se volvió ateo. Y lo más importante: se obsesionó con entender los procesos mentales del ser humano, y con entender qué había pasado con la mente de Christopher tras su muerte.
Alan, de manera casi obsesiva, empezó a estudiar obras que hablaran sobre ello en todas las áreas posibles: biología, metafísica, filosofía, lógica matemática... Así fue como llegó a su primera visión de la mente como una máquina artificial inteligente, algo que podría reproducirse mediante la matemática. Fue la muerte de Christopher lo que condujo a uno de los descubrimientos fundamentales de Turing, que se convertiría en su legado más duradero. El primer amor siempre marca... por fortuna para el resto del mundo.
Máquina Enigma
Enigma era el nombre de una máquina que disponía de un mecanismo de cifrado rotatorio, que permitía usarla tanto para cifrar como para descifrar mensajes. Varios de sus modelos fueron muy utilizados en Europa desde inicios de los años 1920.
Teclado de la máquina Enigma
Su fama se debe a haber sido adoptada por las fuerzas militares de Alemania desde 1930. Su facilidad de manejo y su supuesta inviolabilidad fueron las principales razones para su amplio uso en el bando alemán. Su sistema de cifrado fue finalmente descubierto gracias a las contribuciones de Turing. Algunos analistas consideran que la posibilidad de descifrar los mensajes alemanes contribuyó a que la Segunda Guerra Mundial finalizase al menos dos años antes de lo que estaba previsto.
Máquina Enigma
Extraído de: Proyecto dramatúrgico de Marc Angelet Cantos
Fuente: archivo PDF
Alan Turing, contribuyo para que la Segunda Guerra Mundial finalizase al menos dos años antes
Padre de la programación informática, héroe de una nación -desencriptó los códigos de la famosa máquina ENIGMA, con la que los Nazis se ma...