En 1959 apareció un artículo trascendental en la revista Nature firmado por dos físicos, profesores de la Universidad Cornell, Giuseppe Cocconi y Philip Morrison, y tenía por título Searching for Interstellar Communications (“En busca de comunicaciones interestelares”). Los autores mostraban que los radiotelescopios de la época (telescopios que “ven” al cielo usando ondas de radio en vez de luz) ya eran lo suficientemente sensibles como para detectar señales de radio provenientes de estrellas cercanas y que fueran de igual intensidad que las señales que se nos escapan a nosotros al espacio en forma de emisiones de televisión. Esto significaba que ya éramos capaces de detectar civilizaciones como la nuestra en las estrellas cercanas.
Curiosamente, de manera simultánea e independiente, Frank Drake había llegado a la misma conclusión y había decidido poner manos a la obra. Drake obtuvo apoyo para utilizar los radiotelescopios de Green Bank para un proyecto de búsqueda de posibles señales de radio provenientes de civilizaciones extraterrestres. El proyecto se llamó Ozma, nombre tomado de las historias del mago de Oz. Las observaciones se realizaron durante varias semanas a fines de 1960 y se concentraron en dos estrellas cercanas similares al Sol: Tau Ceti y Epsilon Eridani. Pese a algunas falsas alarmas que causaron momentos de gran emoción, el proyecto terminó sin encontrar señales de inteligencia extraterrestre, lo que no era tan extraño considerando que sólo se habían observado dos estrellas por un tiempo muy corto.
Sin embargo, Drake y sus colaboradores aprendieron algo muy importante. Buscar señales de civilizaciones extraterrestres era posible, no era muy difícil, y quizá había que hacerlo sistemáticamente. Una de las consecuencias del proyecto Ozma fue la realización de la conferencia de la Orden del Delfín de 1961, donde Drake formuló su famosa ecuación. Y ambas cosas dieron inicio a un nuevo programa de investigación científica: el programa de búsqueda de inteligencia extraterrestre, o SETI por sus siglas en inglés (Search for Extra-Terrestial Intelligence).
Frank Drake
Durante las siguientes décadas, los proyectos SETI se siguieron unos a otros, unas veces aquí, otras allá, con poco apoyo de la comunidad científica en general y sin encontrar nada muy interesante, pero eso sí, con instrumentos cada vez mejores, observando más estrellas, durante más tiempo y en más frecuencias de radio distintas. El esfuerzo se limitaba casi siempre a observar sin enviar mensajes de manera deliberada (salvo algunas excepciones; véase recuadro). La razón es sencilla: en primer lugar, lo más probable es que la mayor parte de las civilizaciones sean considerablemente más antiguas que la nuestra (sería mucha casualidad que muchas fueran tan recientes como la nuestra), por lo que han tenido más tiempo de enviar señales. Tiene entonces más sentido que nosotros nos concentremos en escuchar, por lo menos por un tiempo. Además, nosotros enviamos mensajes continuamente al espacio sin querer a través de nuestras señales de televisión. Los extraterrestres con radiotelescopios modestos que estén a menos de 50 años luz de distancia ya saben que estamos aquí, y probablemente se estén divirtiendo en este momento viendo episodios de Mi marciano favorito o La isla de Gilligan que les acaban de llegar.
Los proyectos SETI continuaron sin mucho apoyo durante varios años, hasta que en 1984 se fundó el Instituto SETI en California, con fondos privados. El instituto sigue operando hasta la fecha con Frank Drake como director. A principios de los 90, la NASA inició un proyecto SETI que sistemáticamente buscaría señales de inteligencia extraterrestre en miles de estrellas. Sin embargo, un año después el congreso estadounidense retiró los fondos para el proyecto, lo que terminó con los proyectos SETI financiados por ese gobierno. Muchos de los científicos que trabajaban en este proyecto se unieron al Instituto SETI, donde en 1993 se inició el proyecto Fénix, un ambicioso programa de observaciones que continúa hasta la fecha.
Si bien hasta hoy los proyectos SETI no han encontrado evidencia de civilizaciones extraterrestres, los científicos no pierden el optimismo. Hace unos meses, Seth Shostak, investigador del Instituto SETI, actualizó los cálculos basados en la ecuación de Drake para concluir que deben existir en la galaxia entre 10.000 y un millón de civilizaciones con capacidad de enviar mensajes de radio. Anticipando posibles adelantos en la potencia de las computadoras, y aumentos en la capacidad de observar más estrellas en gamas de frecuencia más amplias, Shostak concluye que es muy probable que se detecte una señal de radio extraterrestre en los próximos 20 años. ¿Exceso de optimismo? Tal vez, pero qué emocionante sería si Shostak tuviese razón.
Extraído de: ¿cómoves?
Fuente: archivo PDF

En 1959 apareció un artículo trascendental en la revista Nature firmado por dos físicos, profesores de la Universidad Cornell, Giuseppe Co...