El lugar que ocupaba la mujer en el Antiguo Egipto puede parecer sorprendente por su "modernidad", si se compara con el que ocupaba en la mayoría de países de la época, e incluso de épocas posteriores.
Aunque hombre y mujer tradicionalmente tenían prerrogativas bien diferenciadas en la sociedad, no parece que hubiera una barrera insuperable para quien quisiera variar el esquema. El egipcio de aquel tiempo reconoce a la mujer, no como igual al hombre, pero sí como su complemento. Este respeto se expresa claramente tanto en la teología como en la moral que se consolida en el II milenio a.C. conviviendo con los judíos, pero es bastante difícil determinar su grado de aplicación en la vida cotidiana de los egipcios. Eso sí, está muy distante de la sociedad Griega, dónde la mujer era considerada como "una menor de edad eterno". Por otra parte, la literatura egipcia no vacila en presentar a la mujer como frívola, caprichosa y poco fiable, pero a pesar de todo, las egipcias se beneficiaron de una posición que se encontraba en pocas sociedades.
Para los antiguos egipcios, los niños eran lo más importante. En la familia, la mujer era la "dueña de la casa", a diferencia de la Antigua Grecia o Roma, donde el pater familiar era el hombre. Por lo que sabemos, parece que el varón y la mujer eran iguales ante la ley, en contraste con el derecho griego y romano. Ellas podían manejar su propia herencia o también estar al frente de un negocio, como la dama Nenofer en el Imperio Nuevo; podían ser también médicos, como la dama Peseshet durante la IV Dinastía.
Normalmente, se habla de la excelente concepción que tenían las mujeres egipcias entre sus hombres, y de la gran libertad de que gozaban respecto a otras sociedades de su tiempo, o incluso en otras posteriores. No obstante, existen algunas sombras, y espero no caer en una excesiva idealización sobre su lugar en la sociedad egipcia. Muchos argumentan que una de las pruebas más fehacientes de lo lejos que podía llegar una mujer, era en convertirse en Faraón. A diferencia de otras civilizaciones, la mujer egipcia transmitía su legitimidad a través de la línea materna, y de hecho tenemos constancia de que han existido varias reinas-faraón.
Pero, si hubiera sido indiferente a la hora de acceder al trono que se tratara de hombre o mujer, nos encontraríamos seguramente con muchas más mujeres faraones. Normalmente era el esposo, o el hijo el que se convertía en Faraón. Casos como el de Hatshepsut no son tan frecuentes como algunos pretenden hacernos ver. Además no debemos perder de vista que las situaciones en que ello ocurría solían preceder o transcurrir en períodos de gran convulsión y crisis, y no había posibilidad de una sucesión masculina clara.
Matrimonio y familia
La mujer podía elegir a su esposo, aunque solía solicitar como símbolo de respeto la aprobación de sus padres. En lo que respecta a la familia, el modelo ideal era el de una pareja con sus hijos, y cuantos más tuvieran mucho mejor, aunque debido a la alta tasa de mortalidad de las mujeres en el parto, se usaban anticonceptivos para evitar embarazos tan seguidos. La mujer era nombrada como Nebt-Het, que literalmente significa La Dorada (con el significado de grandeza, nobleza) Señora de la Casa. No hay ni una sola referencia al hombre como "el señor de la casa."
La mujer al contraer matrimonio mantenía su nombre (no lo perdía como si ocurría en otras culturas), así como cierta independencia. Adquirían rango al casarse: nbt pr significa administradora del patrimonio, y en la casa eran las que organizaban todo. No existía una ceremonia como tal, al menos como nosotros lo entendemos, aunque si se firmaba un contrato privado en el que se detallaban los bienes de cada uno. La boda se celebraba en familia ya que estaba calificado como un asunto privado. Comenzaba por lo general cuando la pareja se iba a vivir junta. Las edades más frecuentes eran entre los doce y catorce años en ellas, y sobre los dieciséis en ellos.
Profesionales de...
La mujer estaba excluida de la mayor parte de los trabajos que se ejercían en talleres, de modo que no fabricaban joyas ni cerámica, tampoco participaban en la pesca, la caza, las actividades militares, ni en la carnicería.
Músicos y bailarinas
Mayormente estos trabajos eran mas habituales de que fueran practicados por las mujeres esclavas.
Campesinas
En la cosecha, según se ve en el arte de las capillas, ella traía comida o refresco a los hombres que trabajaban en el campo, pero ellas no segaban. La cosecha era el momento más duro del año agrícola, cuando se necesitaba la mayor cantidad de gente para recoger todo el material de los campos lo más rápido posible.
No obstante es posible que que el arte haya excluido a las mujeres de la cosecha y otros trabajos por razones religiosas, pero es algo que todavía desconocemos.
Plañideras
Eran mujeres a las que se pagaba para que acompañasen al cortejo fúnebre, al que precedían danzando, llorando y lamentándose, en recuerdo del difunto. Se purificaban previamente masticando natrón, y se perfumaban con incienso; vestían totalmente de blanco o azul y usaban pelucas rizadas de las que se arrancaban los cabellos. También eran conocidas como las "Cantoras de la diosa Hato".
Funcionarias
Excepto en el Imperio Nuevo donde toda la "función pública" fue atendida por varones, las mujeres ocuparon puestos de escriba en diferentes categorías de la administración del Estado. Entre las mujeres que fueron funcionarias de alto rango, se puede citar a Nebet, una visir de la Dinastía VI. No obstante, es necesario hacer notar que encontrar una mujer con tal responsabilidad era extremadamente raro, y sería necesario esperar a la XXVI Dinastía para encontrar la misma situación.
Sacerdotisas
Al servicio de distintos dioses y diosas: Amón, Hathor ... Muchas de ellas llegaron a adquirir la categoría de mujeres sagradas.
Comadronas
Eran las encargadas de traer a los niños al mundo. Solían hacerlo en compañía de otras mujeres, y no era habitual que interviniera el médico.
Empresarias
La mujer egipcia podía tener su propio negocio o también colaborar y ayudar a su marido en el suyo.
Las damas de alto estatus solían prestar mucha atención a su aspecto, mimando especialmente el peinado y maquillaje. En las pinturas que nos han llegado, mientras la piel de los varones se representa morena, la de las mujeres de clase alta es de tono más pálido. El gusto de la mujer egipcia por la utilización de las pelucas se remonta a las primeras dinastías. Durante el Imperio Antiguo, estas pelucas eran de melena corta, a diferencia de el de las sirvientas, que no utilizaban pelucas, y el pelo de estas era largo.
Maruxa Abalo Rodríguez
Fuente: archivo PDF
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