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Aurora Rodriguez Carballeira e Hildegart Rodriguez

Hildegart Rodríguez fue una jovencita de dieciocho años, "creada" por su madre, doña Aurora Rodríguez, como un auténtico "monstruo" engendrado por la razón. Se cuenta que la madre quería tener un hijo al que ella modelase, que, en su locura creadora se fue a su Galicia natal donde convenció a un canónigo tan inteligente y brillante como rijoso y alegre de bragueta para que yaciese con ella en la seguridad de que no iba a reclamar nada el día de mañana. Nació de esa coyunda una niña a la que la madre puso el progresista nombre de Hildegart. Y el monstruo funcionó para mayor gloria de la enloquecida doña Aurora, que veía cómo su niña terminaba a los dieciséis años la carrera de Derecho, comenzaba a estudiar Medicina, había aprendido tres idiomas, escribía libros revolucionarios y logró ser elegida vicepresidenta de las Juventudes Socialistas. A los dieciocho años colaboraba habitualmente en "La Tierra", un periódico de extrema izquierda y daba conferencias un día sí y otro también, a mayor caimiento de baba de su hacedora y laica madre, sobre los temas más avanzados y rompedores del momento. Hasta aquí todos felices. Pero la crónica de ABC de ese sábado 10 de junio titula escuetamente: "La señorita Hildegart, muerta a tiros por su madre". ¿Qué había pasado? Esa fue la pregunta que toda España se hizo aquella mañana.

Lo amargo, lo curioso y hasta lo patético fue que aquella relación materno-filial se rompió por algo tan dulcemente cursi y contrarrevolucionario como es el amor. Hildegart, que en el momento de su muerte desempeñaba la avanzadísima Liga de Reforma Sexual, cometió algo imprevisto y terrible para los planes de su madre: enamorarse de un teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona. Así es la vida.

Y doña Aurora Rodríguez Carballeira, a las ocho de la mañana, en el piso que ambas compartían en la calle de Galileo, 57, cuarto, descerrajó cuatro tiros a su hija, con la misma frialdad con que la había engendrado y había hecho de ella "un adalid del progreso". Antes de cometer el crimen, doña Aurora mandó a la sirvienta, Julia García Sanz, a que sacara a dos perros a pasear. Tras el crimen -y sin esperar a la criada- doña Aurora salió a la calle, no sin antes pedirle fríamente a la portera que buscara a la pobre Julia que fue la que se encontró con el cuerpo acribillado de su señorita, dicho sea con todos los respetos para la pobre Hildegart. Doña Aurora se fue tranquilamente a casa del diputado señor Botella Asensi, quien le recomendó que se presentara a las autoridades.

La madre probó el arma en la azotea

La que se armó en el bloque de viviendas no es para contado. La criada, histérica, dando voces en la escalera, los perros ladrando, la portera puntualizando detalles de doña Aurora, los periodistas enloquecidos con la noticia... Por los vecinos se supo que unos días antes doña Aurora subió a la azotea de la casa armada de una pistola con la que hizo un disparo al aire y después de comprobar que el arma funcionaba bien se retiró a sus habitaciones. También se hablaba de las desavenencias últimas, dando cada uno un detalle: que si a la chica la quería un escultor, que si también andaba por medio un joven socialista enamoradizo, que si doña Aurora no vio bien que su hija se afiliara al Partido Federal y dejara el radical-socialista. De todo esto se hablaba a gritos en la escalera. Luego, el cuerpo de Hildegart Rodríguez, tras la autopsia, determinó que recibió los cuatro tiros a bocajarro mientras dormía, este fue llevado al Círculo Federal, de la calle de Echegaray, de donde al día siguiente, a las seis de la tarde, salió el entierro laico, abundante de diputados y concejales izquierdistas así como de numerosas comisiones femeninas de Unión Republicana y de la irónicamente llamada Cruzada de Mujeres Españolas.

Hildegart Rodriguez

El juicio

Un año después, en mayo de 1934, se celebró el juicio por parricidio en Madrid. Allí doña Aurora se declaró anarquista integral y dijo que para salvar a la Humanidad era necesario concebir y criar a un hijo desde el primer momento con estos ideales amén de otros discursos que tenían apabullados a los asistentes. Por cierto, la práctica de la prueba pericial corrió a cargo de los doctores Vallejo Nájera y Piga, propuestos por el fiscal, y Sacristán y Prados, por la defensa. Cuatro eminencias.

Los golpes de efecto se sucedieron y el público asistía a las sesiones entre atónito y divertido. El más llamativo fue cuando el abogado defensor, López Lucas, dijo que, según sus noticias, se encontraba, entre los curiosos, el padre de Hildegart. El revuelo fue enorme mientras doña Aurora gritaba, como una posesa, "el padre de la Hildegart está muerto para ella". "Muerto para ella".

El 26 de mayo se cerró la vista de la causa y Aurora Rodríguez fue condenada a veintiséis años, ocho meses y un día de reclusión mayor. Dos años después estalló la guerra y se perdió su rastro. Andando el tiempo, Eduardo de Guzmán publicaría un magnífico libro titulado "Aurora de sangre". Hoy día nadie sabe quién fue aquella muchachita roja que cometió el error de enamorarse.

- Vídeo -


El asesinato de Hildegart Rodríguez


Extraído de: El crimen que conmovió a la República - ABC.es
Fuente: archivo PDF

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3 comentarios Google 3 Facebook

  1. Anónimo26 de marzo de 2014, 15:49

    El articulo ya es fuerte, el video, pone carne de gallina.

    Responder
  2. Anónimo1 de abril de 2014, 13:30

    Un caso curioso.

    Responder
    Respuestas
    1. 1 de abril de 2014, 15:11

      Caso curioso y macabro. Muchas gracias, por comentar. Un saludo.

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