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Reloj biológico interno

Los seres humanos, como todos los organismos vivos, no nos escapamos de la tiranía y el control de lo que llamamos tiempo, para lo cual contamos con un reloj biológico interno. Este cronómetro celular decide cuando nos levantamos, cuando comemos, inclusive probablemente decida cuando se nos acaba el tiempo y la vida. Este control suele pasarnos desapercibido hasta que se manifiesta su acción a veces con fenómenos tan sencillos como el cambio con el horario de invierno al de verano en que tenemos que levantarnos una hora más temprano. Para este control el cuerpo humano cuenta con varios relojes implícitos que nos atan al curso de la naturaleza y a sus tiempos, siendo esenciales en las tareas más complejas del cerebro y del cuerpo. Estos marcapasos difieren tanto entre sí como los relojes de pulso de los relojes de sol. Unos de esos relojes biológicos internos son precisos e inflexibles, determinados por fenómenos moleculares; otros en cambio, son menos confiables ya que están sujetos al control consciente y son determinados por ciclos planetarios.

De estos últimos un reloj denominado "psicoactivo" o "de intervalos" nos permite deducir periodos de tiempo como que tan lejos debemos correr para alcanzar una pelota. Tiene la característica de ser subjetivo; por ejemplo, si este artículo lo motiva, el tiempo que usted dedique a leerlo pasará rápidamente, pero será muy lento si usted se aburre. El reloj psicoactivo nos permite sentir cuanto tiempo podemos holgazanear en la cama después de que suena el despertador. Este reloj recurre a las facultades cognoscitivas superiores de la corteza cerebral, donde se rige por la percepción, la memoria y el pensamiento consciente. Y se ubica en las neuronas del cuerpo estriado, desde donde manda estímulos al tálamo y de aquí a la corteza de las funciones cognoscitivas superiores como lo es la memoria, y de allí a la toma de decisiones, funciones que son mediadas predominantemente por un compuesto químico llamado "dopamina" como neurotransmisor cerebral; esto se ha demostrado en pacientes con enfermedad de Parkinson que se caracterizan por deficiencia de dopamina, en los cuales el tiempo parece correr más lento y sus relojes parecen atrasarse, y frecuentemente se equivocan al tratar de calcular intervalos entre dos eventos. El consumo de cocaína aumenta la disponibilidad de dopamina por lo que el tiempo parece expandirse por acelerar este reloj de intervalos, a este reloj lo podemos controlar a voluntad e incluso pararlo, o ignorarlo.

Ciclo circadiano

Otro reloj similar al anterior, que suena cada 24 horas es el "reloj circadiano", el cual se encarga de sincronizar nuestro cuerpo con los ciclos de luz y oscuridad causados por la rotación de la tierra y se encarga de regular el hábito diario de dormir por la noche y despertar por la mañana. Este reloj procesa nuestra vida en ciclos de 24 horas, con escasamente un 1% (minutos por día) de variación, por lo cual requiere, como cualquier reloj mecánico de ajustes periódicos para mantener su precisión. En el caso del reloj circadiano se requiere de la luz solar para llevar a cabo estos ajustes y mantener los períodos de sueño-vigilia funcionales. Estos ajustes se llevan a cabo en dos grupos neuronales llamados núcleos supraquiasmáticos (NSQ) que se encuentran en el centro de cerebro por detrás de las sienes, y regulan las fluctuaciones diarias de la presión arterial, la temperatura, el nivel de actividad y el estado de alerta, y también le indica a la glándula pineal del cerebro cuando liberar melatonina, lo cuál solo se produce por la noche.

A su vez estos núcleos son influenciados por las células llamadas "ganglionares" que se encuentran en la retina de ambos ojos y que le informan de la percepción de luz solar o de su ausencia. El descontrol de este reloj puede notarse en los trabajadores por turnos o en los cambios de horario donde el resto de órganos corporales tienen un horario diferente al establecido por el ciclo circadiano y tarda varios días y a veces hasta semanas en volver a ajustarlo a esas actividades diarias diferentes, lo que se manifiesta por fatiga y disminución capacidad de concentración y laboral, que, incluso en casos severos, puede llevar a un cuadro depresivo. En resumen es un cronómetro del cerebro que lleva la cuenta de segundos, minutos y horas.

Otro dispositivo importante del cerebro, relativo al anterior y más reloj que cronómetro, sincroniza muchas funciones orgánicas con la hora del día y de la noche. Este mismo reloj explica el trastorno afectivo estacional.

Un reloj de arena molecular, que rige el número de veces que puede dividirse una célula, quizá sea responsable de ponerle límite a la longevidad.

Aristóteles"Lo que viene puede hacer pensar que el tiempo no existe en absoluto o que existe apenas y de un modo harto oscuro".


Fuente: archivo PDF

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Pedro Luis Cenzano Diez (Administrador)
Yolanda Torres Cerezo (Supervisora)

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