
Antecedentes históricos.
Cuando la Ribera del Duero no disponía de Marchamo.
Estudios realizados en unas copas de cerámica encontradas en el yacimiento vacceo de Pintia, en el término de Padilla de Duero, pedanía de Peñafiel, identificaron la presencia de residuos de vino, lo que confirma que en el interior de la Península Ibérica se conocía y se consumía, al menos en cantidades suficientemente significativas, hace 2.500 años. Pintia fue una ciudad vacceo-romana localizada en el citado Padilla de Duero y Pesquera de Duero, ocupando unos territorios de unas 70 hectáreas. A través de los restos arqueológicos se ha podido fechar la ocupación de la ciudad entre los siglos IV antes de Cristo y VII después de Cristo.
El primer pueblo que la ocupó fue el vacceo, uno de los pueblos más cultos de la Submeseta Norte peninsular y fundó las primeras ciudades de nuestra Historia, como la propia Pintia, que tenía una concentración de población similar a la de la actual Peñafiel. También se ha podido saber y demostrar que fueron hábiles artesanos, implantaron la arquitectura tradicional de adobe y madera en esta zona, vivían de la ganadería y de la agricultura cerealista extensiva e igualmente se cree que celebraban banquetes en los que consumían vino y lechazo.
Las excavaciones realizadas en la Necrópolis de Las Ruedas han permitido recuperar un total de 70 tumbas de incineración; concretamente tres de estas tumbas de época vaccea, datadas entre los siglos IV y II a.C., proporcionaron las evidencias de la presencia de vino dentro de esbeltas copas cerámicas. Una vez analizadas las muestras, se descubrieron tartratos y fitolitos, residuos claros de vino, lo cual se considera un importante descubrimiento ya que, como se ha dicho anteriormente, nos confirma que el consumo de este producto en la zona de la Denominación de Origen Ribera del Duero se remonta a hace 2.500 años.
Además de lo anterior, hay un hecho reciente que nos describe gráficamente la relación de la vid y el vino con la Ribera del Duero. Ocurrió en plena vendimia de 1972. Además de un hallazgo de gran importancia arqueológica, el descubrimiento significó por su paralelismo, todo un signo y casi una señal de partida para la comarca vinícola, entonces “Ribera” a secas. Como veremos a continuación, este hecho permitió que se llevaran a cabo las primeras “catas” de Ribera del Duero a las que asistió el mismísimo Dios Baco. Nos encontramos en la localidad burgalesa de Baños de Valdearados, a 26 kilómetros de Aranda de Duero; los últimos cestos de la vendimia tostaban sus mimbres al sol en la pared de la cooperativa del pueblo; era un día de noviembre y el mosto había dejado de cocer.
No muy lejos de la cooperativa, en los alrededores, un tractor excavador igualaba unos terrenos de un vecino del lugar; de pronto, la pala del tractor tropezó con algo que no era tierra; la excavadora había sacado a la superficie fragmentos de mosaicos, cerámicas y otros restos en el pago llamado de Santa Cruz; las teselas procedían de un mosaico romano de 66 metros cuadrados de superficie, con escenas figuradas y en muy buen estado de conservación; el personaje central del mosaico era el Dios Baco; a su derecha toma de la mano a Ariadna y con su brazo izquierdo abraza a Ampelos; en otra escena, de nuevo, aparece un Baco triunfante sobre un carro. Quién se iba a imaginar que en ese terreno se escondía uno de los secretos mejor guardados de la Ribera del Duero: el mosaico romano de alegorías báquicas más grande de la península y el mejor conservado. Pero este descubrimiento casi hubiese pasado inadvertido, si ese año del 72 no hubiera sido tan importante para la consolidación del vino burgalés; premisa decisiva para la creación provisional de la Denominación de Origen, siete años después; las 30 cooperativas vinícolas de esta zona de Burgos habían logrado rentabilizar la viticultura y salvar el viñedo; a aquellas primeras “catas” arqueológicas sucedieron otras que pondrían sobre la mesa la necesidad de elaborar y envejecer tintos en Ribera del Duero.
Consecuentemente, podemos pensar que el vino se bebía en Pintia, Rauda (hoy Roa) o en Baños de Valdearados, todas ellas, ayer comunicadas por vías romanas, y hoy pertenecientes a la zona de producción amparada por la Denominación de Origen Ribera del Duero.
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