La naturaleza precisa del sonido ha intrigado durante siglos a la gente. Filósofos y científicos aún discuten si el sonido existe aun cuando nadie esté ahí para escucharlo. Si una enorme roca rueda por la ladera de una montaña, lejos del alcance de alguna persona, ¿causa algún ruido?, y si lo hace, ¿de qué manera podemos demostrarlo?
Tal debate rara vez termina en un acuerdo, porque la solución a este problema depende de cómo se defina el sonido. los filósofos afirman que el sonido existe sólo si se le escucha; los físicos toman una actitud más objetiva y sostienen que el sonido es una forma de energía que existe aun sin que lo escuche el hombre.
En la actualidad el registro constante de mensajes demuestra que la energía sonora se crea cuando no estamos presentes para escuchar el sonido.
Sin embargo, persiste la confusión respecto a la naturaleza de éste, debido a que el sonido es causa y efecto, pero hay una tendencia a mezclarlos. Para algunos, el sonido es una vibración forzada de átomos y moléculas en un medio de algún tipo, como la atmósfera o el agua.
Por otra parte, es la sensación dentro del receptor, la reacción del oído y del cerebro a vibraciones externas.
En sustancias elásticas, como los gases, muchos líquidos y la mayoría de los sólidos, los átomos y moléculas están en movimiento constante. Un sonido sacude una molécula contra su vecina, lo que pone en marcha una reacción en cadena. Cuando una molécula se aproxima a su vecina, ésta la empuja de regreso pero, al mismo tiempo, se aproxima a otra. Este movimiento rítmico y de atrás hacia adelante se produce ininterrumpidamente en el medio, llevando la energía de la onda sonora.
Normalmente, escuchamos los sonidos por una onda sonora que viaja en el aire; sin ésta no escucharíamos los sonidos que nos son tan familiares. Un volumen de sonido depende de la energía de sus ondas. Si creamos un vacío en un jarro grande, al extraer el aire de su interior no podrá escapar ningún sonido porque no hay nada que lo transmita.
En 1660 el físico Robert Boyle demostró este hecho al suspender un reloj con una buena alarma dentro de un vacío; en el momento en que debía sonar la alarma, los presentes no escucharon nada.
Velocidad del sonido, dependiendo del medio en que se propague:
La velocidad del sonido en el aire (a una temperatura de 20 °C) es de 343,2 m/s. Si queremos obtener la equivalencia en kilómetros por hora podemos determinarla mediante la siguiente conversión física:
Velocidad del sonido en el aire en km/h = (343,2 m/1 s) - (3600 s/1 h) - (1 km/1000 m) = 1235,5 km/h.
En el aire, a 0 °C, el sonido viaja a una velocidad de 331,5 m/s (por cada grado Celsius que sube la temperatura, la velocidad del sonido aumenta en 0,6 m/s).
En el agua (a 25 °C) es de 1593 m/s.
En los tejidos es de 1540 m/s.
En la madera es de 3700 m/s.
En el hormigón es de 4000 m/s.
En el acero es de 6100 m/s.
En el aluminio es de 6400 m/s.
Fuente: portalplanetasedna.com.ar
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