Cuando hablamos de salud, normalmente pensamos sólo en la salud física, sin darnos cuenta de que ésta depende enormemente de nuestra salud mental. Nuestro cuerpo es el espejo de lo que acontece en nuestra mente, y todos nuestros pensamientos van a incidir en nuestra salud física manifestándose de alguna manera en malestar o dolencia.
Uno de los fundamentos más importantes para mantenernos sanos, es aprender a perdonar. El no perdonar, o no pedir perdón, es una atadura que llevamos con nosotros haya donde vamos y que llega hasta a corroer nuestro interior. El perdón es sinónimo de liberación.
Según investigaciones que se realizaron en la Universidad de Stanford como parte del Proyecto del Perdón, dirigida por el doctor Fred Luskin, demuestran que aprender a perdonar beneficia nuestro bienestar físico y emocional. Según estos estudios, continuar cultivando el rencor en el interior de nosotros mismos obstaculiza nuestro desarrollo personal y profesional, nos lleva a tomar decisiones desacertadas y hace que nuestro cuerpo libere sustancias químicas asociadas con el estrés, que tienen un efecto desfavorable sobre la salud. A pesar de lo mencionado, muchos de nosotros insistimos en aferrarnos a los agravios y seguir siendo víctimas de quienes en algún momento nos han echo daño. La falta de perdón acaba por atarnos, nos encadena a las personas, o al pasado, desde la rabia, lo que nos impide vivir en el presente con plenitud y entusiasmo.
Perdonar en absoluto significa que estemos de acuerdo con lo que pasó y dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que nos lastimó. Tampoco significa exculpar la actitud de quienes nos han herido. Simplemente quiere decir que hay que dejar de lado a aquellos pensamientos negativos que aparecen acerca de alguien o algo que en su momento nos causó dolor. Perdonar es aceptar la decisión de desprendernos del pasado para restablecer el presente. Conciliar el pasado con el presente nos permite aceptarnos, pues si no podemos admitir el pasado, que es parte de nosotros, nunca podremos aceptarnos, si odiamos nuestro pasado, nos estamos odiando a nosotros mismos.
Al fin y al cabo perdonar nos conduce paso a paso a tener una vida más constructiva y armoniosa.
Es muy fácil decirlo.
Responder