
En ocasiones la historia nos ofrece curiosos episodios que pocas veces aparecen en los libros pero que son igualmente interesantes. Personajes con ideas disparatadas, leyes extravagantes, ingeniosas respuestas, y frases o refranes que todos hemos dicho alguna vez pero que nunca hemos sabido de dónde vienen, nos muestran la cara más divertida de nuestra historia:
En una ocasión, el embajador en España de Enrique IV de Francia le contaba a éste que por ciertas circunstancias tuvo que entrar en Madrid montado en un burro. El rey le interrumpió comentando: “Un gran burro cabalgando sobre un burrito”. A lo que el embajador contestó: “Señor, yo representaba a vuestra majestad”.
Muchos de nosotros alguna vez hemos usado esta expresión cuando nos hemos visto sin dinero. El origen de estas palabras se encuentra en una moneda llamada “Blanca del Agnus Dei”, acuñada en el año 1386, durante el reinado de Juan I de Castilla, con motivo de las guerras contra el Duque de Lancaster.
En un principio esta moneda presentaba un aspecto blanquecino derivado de su fabricación en plata y cobre, aunque con el tiempo pasó a acuñarse solo en cobre. Su valor por tanto bajó mucho, por lo que alguien que no “tuviera ni blanca” realmente estaba en un buen aprieto económico.
En el transcurso de uno de sus viajes por la campiña alemana, Adolf Hitler tuvo la oportunidad de probar el pan que una mujer elaboraba a mano en su pequeño pueblo. Debió de gustarle tanto que nunca más quiso comer otro pan que no fuera ese. A partir de ahí, y hasta los últimos días del Reich, cada mañana llegaba a la chancillería de Berlín un paquete que contenía una hogaza de ese pan.
¿Quien no ha usado esta frase alguna vez para imitar a Rambo? ¿Pero qué son los Charlies? ¿De donde viene la expresión? Pues bien, “Charlies” era una de las formas con las que los soldados de EEUU se referían a las guerrillas vietnamitas. El origen está en “Victor Charlie”, el código de radio designado para el Viet Cong (VC).
Corría el año1802 cuando el soldado Mariano Coronado fue condenado a la pena capital por robo y homicidio. El juez dictaminó que debía ser ahorcado en la Plaza Mayor de Valladolid, lo que efectivamente ocurrió. Una vez colgado, creyendo que su alma había ascendido definitivamente, se bajó el cuerpo de la horca y las Hermanas de la Caridad se hicieron cargo de él. Todos lo daban ya por muerto, pero cuando iba camino del féretro movió una mano…
Volvió a la vida poco a poco y las monjas se encontraron con el dilema de si debían ahorcarlo de nuevo. Después de la sesuda refl exión se decidió que había cumplido con la justicia. Había sido condenado y ejecutado, por lo que la pena ya había sido efectuada.
Pero aquí no acaba la historia, porque después se procesó al verdugo por considerarlo culpable de la “vida” de Mariano Coronado. Afortunadamente para el “pobre” verdugo, el juez concluyó que había hecho bien su trabajo y que la culpa del poco afortunado hecho residía en haberlo bajado demasiado pronto de la soga.
En definitiva, Mariano Coronado fue condenado a la horca y con eso cumplió la pena. ¿Salió vivo? No era su problema.
Un día, un aspirante a poeta determinado a mejorar, se empeñó en leerle a Francisco de Quevedo unos sonetos que acababa de componer. Cuando acabó su lectura le preguntó al afamado escritor por su opinión y Quevedo contestó: “El siguiente será mejor”, a lo que añadió: “Sencillamente, amigo mío, porque es imposible que sea peor que lo que acaba de leer”.
En el siglo XVI se comenzó a hacer en Italia, especialmente en Venecia, un tipo de teatro, sin un texto fijo, conocido como Comedia del Arte. A partir de una trama más o menos esbozada, una serie de actores arquetípicos construían la obra con una buena dosis de improvisación.
El arlequín y el bergamo, eran dos de esos personajes. Quizás con la referencia del primero nos podemos hacer una idea del estilo del teatro y los actores. Otro personaje era el conocido como Pantaleón. Era uno de los principales e interpretaba a un amo, siendo típicamente el arlequín su criado. El origen de Pantaleon fue Pantalone o Pantalón, que se identificaba con un rico y misero comerciante veneciano.
Tan famoso se hizo el personaje posteriormente en toda Europa que su indumentaria hizo cambiar el nombre de calzas por el de pantalón y con ese término nos vestimos muchos todos los días.
Fuente: archivo PDF
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