Por ejemplo, monstruos que atacaban al Sol durante cierto tiempo
Según algunas leyendas, los antiguos chinos creían que un dragón se devoraba al Sol. De hecho, en chino "eclipse" procede de la palabra "comer". El nombre mismo de los eclipses en casi todas las lenguas indígenas de México revela la creencia de que algo o algún ser sobrenatural se comía al Sol o a la Luna. La reacción de la gente ante un eclipse era congruente con la creencia de que la luna o el Sol efectivamente eran comidos.
Si era un eclipse de Luna las mujeres preñadas temían que así como la Luna era comida podía suceder con el niño que llevaban en el vientre y que nacería sin labios o sin nariz, o con algún otro defecto o malformación, y para impedir que eso pasara se ponían una navaja de obsidiana en la boca o sobre el vientre para defender al feto de la mala influencia del eclipse. También era creencia común que el niño que una preñada esperaba podía convertirse en ratón por efecto del eclipse de luna, y que eso pariría.
Navaja de obsidiana
Púas de maguey
El "comimiento del Sol" podía ser más peligroso. Si era comido por completo, ya nunca mas alumbraría ni "haría su obra diaria", como los mexicas acostumbraban a decir; por lo tanto, al iniciarse un eclipse solar, toda la gente daba grandes gritos y hacian ruido, para ahuyentar al ser que se estaba comiendo al Sol. Esa forma de actuar era, por decirlo así, "pragmática", había que espantar al comedor del Sol, pero era necesario complementarla con autosacrificios y con el sacrificio de víctimas apropiadas: los primeros consistían en punzarse las orejas con púas de maguey y pasar por la herida pajuelas o cordeles. Para el segundo se sacrificaban seres humanos, pero no simplemente para "alimentar al Sol", fin que tenían en general los sacrificios humanos, si no que se buscaban en especial hombres de "cabello blanco y caras blancas" (atributos del dios solar) a quienes sacrificar.

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