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Camino de Santiago
El origen de las peregrinaciones a Santiago de Compostela se encuentra en la propia labor evangelizadora de Santiago en tierras de la Hispania romana. Tras la muerte de Cristo, Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo, desempeñó su labor apostólica en Jerusalén. Al poco tiempo, emprendió viaje a Hispania, desembarcando en Andalucía. Allí comenzó su labor evangelizadora en la península para, más tarde, desplazarse al norte por tierras portuguesas (Coimbra, Braga, etc.) llegando hasta la localidad gallega de Iria Flavia. Desde allí se dirigió al este peninsular (Lugo, Astorga, Zaragoza y Valencia) para, finalmente, partir desde la costa mediterránea española hacia Palestina.

En Palestina, tras incumplir la prohibición de predicar el Cristianismo, fue decapitado en tiempos de Herodes Agripa. Según la tradición, y con el fin de que el cuerpo del Apóstol Santiago descansara en las mismas tierras en las que había predicado el Evangelio, los discípulos Atanasio y Teodoro robaron su cadáver y lo llevaron en barco de nuevo a tierras españolas, en concreto a Iria Flavia. Se contaba que los discípulos sacaron el cuerpo de la barca y lo colocaron sobre una gran losa que con el peso y como si fuese cera derretida, se transformó en un sepulcro. Después de muchas dificultades pusieron el sarcófago en una carreta tirada por bueyes que se detuvieron en un lugar llamado Pico Sacro. Colocaron las reliquias en un arca de mármol, "Aca Marmórica", y construyeron una pequeña iglesia.

A finales del Siglo VI, en el Breviario de los Apóstoles se habla de la predicación de Santiago en España y de su enterramiento en el Arca Marmárica. En la segunda mitad del siglo VII, Beda el Venerable describe con meticulosa precisión la localización exacta del cuerpo del Apóstol en Galicia. Si bien la invasión árabe y los tumultuosos cambios políticos, sociales y religiosos que tuvieron lugar en el país silencian temporalmente la tradición jacobea en España, a finales del siglo VIII resurge esta tradición de la mano del Beato de Liébana.

Descubrimiento del sepulcro

Tras la batalla de Covadonga, se asienta en Asturias un pequeño reino que intenta recuperar el ideal unificador de la monarquía hispanovisigoda. En esta época, Alfonso II El Casto, que reinó entre el año 791 y el 842, estableció la capital en Oviedo, a la que dotó de numerosos edificios públicos, palacios e iglesias, tratando de imitar el antiguo esplendor del Toledo visigodo. Su gran logro fue consolidar la resistencia al poder musulmán de Al-Andalus. Es durante su reinado cuando se produce el milagroso descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago.

PeregrinoPeregrino

Según recoge la Concordia de Antealtares, datado en 1077, ocho siglos después de la muerte del Apóstol, en el año 813, siendo rey de Asturias Alfonso II el Casto y emperador de Occidente, Carlomagno, ocurrió lo siguiente: Un ermitaño llamado Pelagio o Pelayo, vio una estrella posada en el bosque Libredón. Se lo comunicó al obispo Teodomiro, obispo de Iria Flavia. Fueron allí y descubrieron en la espesura la antigua capilla. La luz señalaba el lugar exacto donde estaba enterrada el Arca Marmárea. En el sepulcro pétreo reposaban tres cuerpos: Santiago el Mayor y sus discípulos Teodoro y Anastasio.

Teodomiro informó a Alfonso de tan fenomenal suceso y el monarca organiza un viaje a este lugar, convirtiéndose así en el primer peregrino de la Historia. Al llegar al citado Campo de Estrellas (Compostela) ordena construir una pequeña iglesia de estilo asturiano. Teodomiro traslada la sede episcopal a este lugar y muere en el año 847.

Desde este momento, queda establecida oficialmente la tumba del apóstol en aquel mágico lugar, cercano al cabo de Finisterre. El camino a Finisterre era indicado desde cualquier lugar de Europa por las estrellas de la Vía Láctea. Desde antiguo se creía que allí se acababa el mundo. Posiblemente este pensamiento reforzó la atracción que desde entonces tiene la ruta jacobea en millones de almas.

Los siglos IX y X representan la consolidación del reino asturleonés en condiciones muy difíciles desde el punto de vista político, religioso y militar. Es por ello por lo que el enorme prestigio que proporciona la presencia de las reliquias de Santiago el Mayor fue aprovechado por los monarcas asturianos y leones para consolidar su reino en oposición a Al-Andalus y darse a conocer al resto de la Cristiandad europea.

Así, Santiago se convierte en el símbolo de los ejércitos cristianos en las contiendas militares, surgiendo la leyenda de la intervención gloriosa del apóstol en la batalla de Clavijo. Desde entonces, los ejércitos cristianos entran en batalla con el grito de Santiago y cierra España.

En el año 899, Alfonso III El Magno consagra una nueva catedral de mayores dimensiones y calidad artística que la levantada por Alfonso II. Un siglo más tarde, en el año 977, Almanzor destruye Santiago, si bien respeta la tumba del Apóstol, al ser considerado el centro espiritual de su enemigo cristiano.

El auge del camino

Durante el Siglo XI la orden de Cluny promueve las peregrinaciones a Santiago. A cambio, los reyes cristianos hacen generosas donaciones a sus monasterios. Así, a lo largo de este siglo la afluencia de peregrinos se intensifica y se comienza a construir puentes y hospitales en los enclaves necesarios para facilitar el camino de los peregrinos. Comienza así a establecerse una ruta principal con sus respectivas estaciones, el llamado Camino Francés.

Bajo mandato del obispo Peláez, en 1073 se inicia la construcción del tercer templo sobre la tumba del apóstol. Se trata de la actual catedral románica.

Camino de Santiago
El hecho definitivo que hace del Camino de Santiago la gran ruta de peregrinación de los siglo XII y XIII es la concesión desde Roma de los Años Santos Compostelanos, con la posibilidad de que los peregrinos obtengan la indulgencia plenaria. La Bula Regis Aeterni concedida por el Papa Alejandro III en 1179, no hace sino confirmar privilegio concedido a Compostela por el papa Calixto II en el año 1120 por lo que serán Años Santos o Años Jubilares todos aquellos en los que el día 25 de Julio, día de Santiago, coincida en domingo. Las indulgencias de ambos Años Santos son las similares. Se trata de la indulgencia plenaria o perdón de todo tipo de culpa o pena.

En 1139, Aymeric Picaud lleva a Santiago el Codex Calixtinus, así llamado por ser atribuida al Papa Calixto II. En él se describe el Camino de Santiago y se dan multitud de consejos para recorrerlo, a la vez que describen sus lugares y gentes.

Se trata de la época de esplendor del Camino a Santiago. Miles de peregrinos de toda Europa dirigen sus pasos hacia el fin del mundo conocido acompañados por su bastón y su calabaza-cantimplora. La vieira o venera conseguida en Compostela acreditará, al regreso, el éxito de la aventura.

Un "parón" en el camino

En el Siglo XIV la peste negra asola Europa con lo que las peregrinaciones se ven seriamente afectadas. Doscientos años después, la aparición del Protestantismo es otro golpe al Camino de Santiago pues el mismo Lutero disuade a sus seguidores de viajar hasta su tumba. El arzobispo de Santiago en el periodo , Don Juan de Sanclemente y Torquemada, ante la amenaza del corsario Francis Drake que había manifestado su intención de destruir la catedral y el relicario del apóstol, ocultó sus restos llevándose el secreto a la tumba.

Éste y otros motivos consiguen que, durante los siguientes dos siglos, las peregrinaciones a Compostela entran en una atonía tal que según cuentan las crónicas, el 25 de julio de 1867 tan solo acudieron a Compostela unas decenas de peregrinos.

El resurgir del camino

En 1879 el arzobispo Payá Rico descubre los restos del apóstol y logrará el reconocimiento y autentificación de las reliquias por parte de las autoridades eclesiásticas y científicas españolas de la época, autentificación que ratifica el Papa León XIII.

Sin embargo, no es hasta el último cuarto del siglo XX cuando resurgen con fuerza de las peregrinaciones a Santiago, en parte por su gran valor espiritual y en parte por una intensa labor de promoción turística.

Peregrino
PatrimonioEl Camino de Santiago fue declarado en 1993 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.


Fuente: caminodesantiago.ws/contenido/historia.asp

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Pedro Luis Cenzano Diez (Administrador)
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