Para reducir el consumo de combustible en aviones y barcos es indispensable disminuir la resistencia al avance que experimentan en el medio por el que se mueven. Una innovadora pintura es ahora capaz de conseguir una disminución de esa clase. Y con su efecto no sólo disminuyen los costos de combustible, sino que incluso se llegan a reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera.
La inspiración (y el modelo) para la preparación de la pintura proviene de la naturaleza: las escamas de los tiburones, veloces nadadores, que han evolucionado de una forma que permite una disminución significativa de la resistencia al avance impuesta por el medio. El reto fue atribuir este conocimiento a una pintura capaz de afrontar las exigencias extremas de la aviación: fluctuaciones de temperatura desde los -55 hasta los 70 grados Celsius, una intensa radiación ultravioleta, y el roce del aire a altas velocidades. Yvonne Wilke, Volkmar Stenzel y Manfred Peschka del IFAM en Bremen, Alemania, no sólo han desarrollado una pintura que reduce la resistencia aerodinámica, sino que incluso la tecnología de fabricación asociada. En agradecimiento a su logro, al equipo le ha sido otorgado el Premio Joseph von Fraunhofer de 2010.
La pintura tiene una formula bastante sofisticada. Una parte primordial de la misma son las nanopartículas, las cuales aseguran que la pintura soporte la radiación ultravioleta, los cambios de temperatura y las cargas mecánicas.
Si se aplicase a todos los aviones del mundo, la pintura podría ahorrar anualmente la nada despreciable cifra de 4,48 millones de toneladas de combustible.
El propósito beneficioso de esta pintura igualmente alcanza a los barcos: El equipo consiguió disminuir la fricción de una manera tal que, extrapolado a un año, representa un ahorro potencial de 2.000 toneladas de combustible para un gran buque portacontenedores.
Con esta pintura, también, se pretende impedir que las algas y otros seres que se adhieren al casco de un buque puedan acumularse en el mismo. Para lograr este efecto anti-fouling, los investigadores están trabajando en dos distintas soluciones posibles. Una de ellas es estructurar la pintura de modo que los organismos que intenten adherirse a la superficie pintada no puedan conseguir un agarre firme y se acaben desprendiendo en cuanto el barco navegue a una cierta velocidad. La segunda alternativa sería integrar una sustancia anti-fouling en la pintura.
Aparte del gran ahorro de combustible, existen otras aplicaciones de la pintura aún más interesantes; por ejemplo, para los parques eólicos. Aquí, de modo muy parecido, la resistencia al aire tiene un efecto negativo sobre las aspas del rotor. La nueva pintura disminuiría el grado de rozamiento de los sistemas eólicos, y con ello aumentaría su obtención de electricidad.
Fuente: amazings
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