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El Dorado

¿Realmente existió El Dorado? ¡O fue sólo leyenda! Colombia es donde nació esta gran leyenda de la Conquista de América.

Los conquistadores eran caballeros que querían cristianizar a las razas nativas y extender los territorios españoles, pero muchos abandonaron todas sus posesiones en el Viejo Continente porque querían el oro "interminable" del Nuevo Mundo.

Fue entonces cuando llegó en 1535 a Santa Marta, en Colombia, Gonzalo Jiménez de Quesada. Buscaba una ruta para sacar el oro de las tumbas y de las ciudades de los muiscas, indios de la región del norte de Bogotá.

Había oído que en la Laguna de Guatavita, para tener fertilidad y riqueza, se casaban el sol con la tierra. ¿Pero cómo? Cubrían al cacique (el jefe indio) en oro, y lo llevaban en una balsa hasta el centro de la laguna. El cacique reflejaba los rayos del sol, y se bañaba en la laguna, momento en el que la luz del sol entraba en la tierra. Mientras este se bañaba, los muiscas tiraban al fondo de la laguna distintos objetos sagrados de oro y plata.

Gonzalo Jiménez de Quesada
Gonzalo Jiménez de Quesada, conquistador de la Nueva Granada (Colombia).

Pero cuando llegaron los españoles, no vieron este ritual, y para engañar a estos ambiciosos europeos, los indios siempre les decían que El Dorado estaba "más allá". Gonzalo Pizarro, hermano de Francisco (el conquistador del imperio inca), realizó una expedición desde el Pacífico, con unos 250 españoles, aproximadamente, miles de indios y perros. Cruzaron los Andes, donde muchos perecieron de frío, y al bajar no encontraron El Dorado, ni el País de la Canela (otro sueño que tenían), ¡sino un río que parecía no terminar nunca!

Construyeron un barco, y navegaron por un paraíso de árboles, animales y comunidades aborígenes. Una de ellas tenía mujeres guerreras, motivo por el que así llamaron al río Amazonas, por las guerreras griegas. Continuaron la búsqueda, y descubrieron el río Orinoco al igual que muchos otros, pero nunca llegaron a El Dorado, este seguía "escapándose" hacia el sur.

En el sur existía la leyenda de la Ciudad de los Césares, con casas de plata y de oro, donde se creía que la gente del lugar era inmortal. ¡Y ésta se movía hacia el sur, hasta llegar a los desiertos de la Patagonia, al final del continente! Lo curioso de todo esto es que nunca encontraron el tan buscado El Dorado, los españoles sí que descubrieron la enorme riqueza de América: su naturaleza y belleza natural, ¡y eso si que vale más que el oro!, pero El Dorado, nunca.


Extraído de: Revista de la conserjería de educación en Reino Unido e Irlanda
Fuente: archivo PDF

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Pedro Luis Cenzano Diez (Administrador)
Yolanda Torres Cerezo (Supervisora)

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